domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 11

Estoy viva!, primero lo primero. Ahora, los siento muchísimo en serio, sé que he dicho que tendría listo el capítulo en "unos días", pero he estado ocupadísima y últimamente, lo único que he hecho cuando oscurece ha sido tirarme en mi cama, porque estoy agotada. Pero en fin, al mal tiempo buena cara, me sentía inspirada y con ganas de al fin terminar el capítulo, así que aquí os los traigo. Espero que les guste, no olvidéis  de comentar.



  



"Idiota"
Pero que grandísimo idiota.
-¿Me lo he imaginado...-pregunta Magnus entre divertido y sorprendido-o el del 2 acaba de desearte las buenas noches?-
Me remuevo inquieta, sin saber muy bien que decir. Porque, ¿que se supone que hay que decir cuando aquel que seguramente te destripará alegremente te desea las buenas noches?, ¡¿qué?!.
-Porque estoy seguro de que lo ha hecho-Magnus sigue hablando sin importarle si contesto o no-Lo he escuchado muuuy bien.
-Todos lo han hecho-mascullo entre dientes.
-Claro que sí-Magnus sonríe, burlón-¿Cómo no escucharlo?-hace una pausa y toma aire-¡¡Buenas noches pequeña!!-grita a todo pulmón.
-¡Magnus!-digo en un susurro.
-Tranquila, nadie puede oírnos-dice en tono conciliador.-Nadie puede escuchar como me explicas que rayos ha sido eso.-
Me cruzo de brazos y me apoyo contra la pared del ascensor. No hay mucho espacio, por lo que sigo estando bastante cerca de mi hermano, pero es todo el espacio que puedo conseguir, y me basta para fingir que estoy sola y ordenar mis pensamientos. Sigo bastante confundida respecto a lo que acaba de pasar allí abajo, así que intento rememorar el suceso. Lo recuerdo todo mejor de lo que me gustaría; su guiño, su estúpida sonrisa burlona...Lo recuerdo todo, y al pensar en ello, solo se me viene una palabra a la mente. Idiota.
"Vale Vy, esto no está funcionando, cálmate y piensa, ¿que ha sido eso?"
Una despedida. Y un guiño. Y una sonrisa.
"¿Ves?, no es tan difícil. No ha sido para tanto, tan solo eso"
Claro, pero resulta que el chico que me deseó las buenas noches, que me guiñó el ojo y que me sonrío es un profesional.
"¿Y...?"
Y nada de lo que hacen los profesionales es bueno. Mucho menos lo que hace este. El resto de ellos, está dentro de mis moldes, son más o menos lo que esperaba encontrar. Este es...diferente. Engañoso. Por fin, mi mente se aclara y consigo tener la certeza de que si se me presenta la oportunidad, él será a quien mate primero. Y lo disfrutaré, oh como lo disfrutaré.
Tomo aire ordeno mis ideas y me vuelvo hacia mi hermano.
-Una distracción-suelto sorprendiendo a Magnus que ya se había resignado a no escuchar de mí en lo que queda de día.
-¿Qué?-
-Piensa un poco Magnus-hago una pausa-Ya sabes, ¿qué quieren los profesionales?
-Pues..yo diría que matarnos-
-Claro ese chico del 2 no busca otra cosa que matar al resto y ganar estos Juegos. Pero...es más inteligente y nos está confundiendo para que en la Arena-reflexiono, más para mí misma que para Magnus.
-Ya-mi hermano no está muy convencido-Eso pensé yo, pero honestamente, solo te deseó las buenas noches. No creo que detrás de eso haya una serie de maquinaciones siniestras y elaboradas.Solo lo hizo para molestarte, y por lo visto...-me mira con precaución-le funcionó.
No me molesto en contestar.
-Mira Vy, le estás dando muchas vueltas. Ya relájate-
Le observo fijamente.
-Sí, sé que estamos en Los Juegos del Hambre, pero no por eso todo es una conspiración en tu contra-
El ascensor se abre con un chasquido y nos deja en nuestro piso, donde para variar Dimo nos está esperando.
-¡Vy!,¡Magnus!, ¡mis tributos favoritos!-
Los dos le miramos advirtiéndole silenciosamente que se calle y nos dejé comer. Pero él es Dimo, y Dimo no entiende el sutil lenguaje de las miradas.
-¿Cómo os ha ido en el entrenamiento?-pregunta con su estridente vocecilla-¡Seguro que fantástico! Ay que maravilloso...-
-Dimo-le corto-Te lo contaremos todo si le haces al mundo el enorme favor de cerrar la boca y nos dejas cenar.
Dimo frunce el ceño como si no entendiese, ocasión que aprovecho para escurrirme al comedor seguida de Magnus. Al igual que ayer, hay un banquete esperándonos. Banquete al que, a juzgar por la ávida mirada de Magnus, no le queda mucho tiempo.
Apenas nos ven entrar, todo nuestro equipo, mentores, estilistas y todos ellos, se ponen de pie del sillón en el que estaban sentados y se dirigen hacia nosotros. No soy lo suficientemente rápida como para huir de ellos.
-¡Chicos!-dicen los del equipo de preparación.
"¡Fenómenos!"
No puedo decir que me alegre de verlos, pero ellos parecen genuinamente encantados de que hayamos llegado. Ahora solo tengo que recordar sus nombres. El manchón con patas, la chica árbol y gatito. Ya está. Nos sentamos a la mesa y me sirvo un poco de sopa. No tengo hambre. Al poco tiempo comienzan las preguntas.
-Y..¿qué tal el entrenamiento?-pregunta Math.
-De maravillas-contesto.
-¿Qué habéis hecho?-interroga sonriente Gisselle.
-Yo hice nudos, trepé y esas cosas y Vy...-contesta Magnus.
-Cuchillas, espadas, arco y afiné mi puntería con los cuchillos-
-¿Ha ocurrido algo importante?-pregunta Aqua con suavidad.
-La chica del 12-Magnus da un mordisco al pollo que tiene en la mano,traga y sigue hablando-Es fabulosa en la lucha cuerpo a cuerpo. La hubieseis visto. El tipo del puesto no pudo hacer nada.-finaliza mirandp a Math.
-Hum-dice nuestro mentor.
Veo que mi hermano está a punto de comentar lo de la alianza con el 12 pero le hago un gesto para que cierre la boca. Ya hablaremos con nuestros mentores más tarde. La comida sigue sin mayores percances. Nuevamente reparo en el avox. Le he visto, sé que le he visto antes. Y por como me mira, sé que él también me recuerda. Esos ojos...
La cena termina y los estilistas se retiran junto con el equipo de preparación; el resto pasamos a una especie de saloncillo con varios sillones de una mezcla de colores espantosa, pero que se ven bastante cómodos. Me recuesto en uno de ellos.
-Bien-comienza Gisselle-Contadnos un poco. ¿Estabas hablando de la chica del 12, Magnus?
-Oh sí, era fantástica. El chico le ofreció a Vy una alianza pero la rechazó.-
-Muy pronto para hacer amigos-dice Math.
-Eeeh...-titubeo-El chico del 2 me molestó. Fue a  hablar conmigo cuando estaba practicando con los cuchillos.-
-Mmmh-Math está pensativo.
-¿Os habéis fijado en los otros tributos?¿tenéis posibilidades?-pegunta Dimo interesado.
-No nos hemos fijado demasiado-miro a Magnus pero este niega con a cabeza-La del 12 es un gran peligro, considerando que ninguno de los dos sobresale en el cuerpo a cuerpo, pero los profesionales se encargarán de ella.-
Dimo sonríe complacido.
-De acuerdo, escuchad-comienza Math, pero justo en ese momento aparece el avox rubio cargando un gran plato con pan.
-¡Oh!-exclama Dimo-¿Queréis pan?  Hecho en el Capitolio, por supuesto, ya no se puede confiar en el granero para que nos lo prepare. Aunque no creo que nos den más razones para desconfiar, ¿verdad chicos?. Les dieron un buen escarmiento en aquel entonces, ¿a que si?-dice sonriente
Magnus no parece comprender muy bien de que habla Dimo, era muy pequeño en aquel entonces. Pero lo que es yo, Math y Gisselle, sabemos muy bien de que está hablando Dimo, y no es algo que nos guste recordar.
Hace unos años, alguien se metió en los sembradíos cuando era de noche y mezcló las semillas buenas con otras que hacían crecer una planta muy similar, pero que era venenosa. Nadie notó nada. El trigo creció, fue cosechado, dividido y la mayor parte (por no decir todo) se envió al Capitolio. Los capitolinos comieron el pan hecho con ese trigo...y cayeron como moscas. Se suponía que esas semillas no eran letales. De hecho, nosotros comimos del pan "venenoso", y aparte de un buen dolor de estómago, no ocurrió nada que fuese razón suficiente para tirar el valioso alimento. Pero en el Capitolio, la gente comía de ese pan y caía postrada, víctima de grandes dolores y aquejada de un sufrimiento terrible. Al poco tiempo morían. Honestamente no creo que le dolor haya sido ni la mitad de fuerte de lo que aseguró el representante enviado para castigarnos. Los capitolinos son melodramáticos y eso lo sabe todo el mundo. El espetáculo que dio ese tipo deforme y empolvado al contarnos por lo que pasaban las víctimas de nuestro "atentado", fue bastante divertido. Al menos lo fue hasta la parte en la que ordenó a los agentes  que nos golpeasen, que nos pateasen, que nos azotasen sin importar si teníamos tan solo 7 años como si éramos un anciano ciego que apenas se enteraba de lo que estaba pasando. Nos castigaron a todos, a todos y cada uno de los habitantes del Distrito 9. Nos apedrearon, nos robaron, nos hicieron aún más miserables de lo que ya éramos (cosa difíícil). A los que tenían pelo bonito se los arrancaron, e incluso a los que no, nos dejaron sin un cabello. Trajeron una enorme manguera y nos pusieron en fila frente a una pared para arrojarnos un chorro de agua a presión. Fue lo más espantoso que recuerdo. Lo más débiles murieron. La hija de uno de los maestros estaba enferma y no duró mucho luego de la manguera. Era una chica agradable, creo que se llamaba Saddie, rubia con trenzitas y unos grandes ojos color miel. Jamás dejó de llorar por su cabello perdido. La hija de nuestra vecina, Amanda estaba embarazada. Como todas las que lo estaban por aquel entonces, perdió a su bebé. Creo que yo también perdí un hermano a punto de nacer, no lo recuerdo bien y mi madre no habla de eso, yo no le pregunto, es muy doloroso rememorar lo ocurrido. A pesar de todo, yo jamás dejé que tocasen a Magnus. Lo escondí, lo protegí. Recuerdo que un agente estaba registrando nuestra casa y yo lo ataqué con un cuchillo de cocina. Era una niña, apenas sabía usarlo, pero él estaba amenazando a mi familia. Le hice una herida en el costado, pero solo sirvió para enfurecerlo más. De todos modos, no encontró a Magnus. Me dio la paliza de mi vida. Todavía tengo marcas. Me arrojó por una escalera y me pateó hasta cansarse. Pero protegí a Magnus. Protegía mi familia. Mi familia es todo lo que se tengo, y haré lo que sea para proteger a mi hermano.
La ira me ciega y poco me falta para abofetear a Dimo. Math y hasta la inofensiva Gisselle parecen estar a punto de abalanzarse sobre este. No me fijo mucho en ello, pero en los ojos del avox, brilla algo parecido a la rabia. Me pongo de pie y salgo de la habitación todo lo rápido que puedo. Nadie me retiene, ni siquiera Dimo, que aún no entiende que es lo que ha dicho. Corro por el pasillo y entro a mi cuarto, encerrándome con un portazo. Inhalo y exhalo, intentando calmarme, pero en mi mente han aparecido todas aquellas cosas que había intentado olvidar. Los gritos, las heridas. Me siento en la cama y abrazo mis rodillas, escondiendo la cara en ellas. Fueron días terribles. El sufrimiento por el que pasó el Distrito lo unió más que cualquier otra cosa. Tanto dolor.
No sé cuanto tiempo llevo así, pero a juzgar por los ruidos que vienen de afuera ya todos se han ido a dormir. No levanto la cabeza, no abro los ojos. Solo sigo sentada, respirando, recordando.
De pronto, alguien me toca el hombro. Rápidamente estiro el brazo, prendo una luz y me vuelvo hacia quien me ha llamado la atención. Me encuentro con unos grandes ojos color miel. Los reconozco al instante. Esos grandes ojos dorados. Son los ojos de la hija del maestro allá en casa. Los ojos de la niña de las trenzas. Los ojos de Saddie. Los ojos del avox.


 


Eso ha sido todo. En serio lamento muchísimo la tardanza. Espero que haya quedado una capítulo aceptable y que os guste. No os olvidéis de comentar y de haceros seguidores si os gusta la historia.
Saludos :)