jueves, 29 de noviembre de 2012

Capítulo 1, parte 2

Hola a todos, lamento la tardanza pero he estado algo atareada con las pruebas de fin de año. En fin, ahora estoy de vacaciones y trataré de escribir un capítulo por semana mínimo. Y como el primer capítulo me ha quedado cortito aquí está la parte 2.

La cosecha

-Magnus Ember-
La voz de Dimo aún resuena en mi cabeza, repite una y otra vez el nombre de mi hermano, de aquel que se suponía nunca iría a los juegos, no a los 12 años, no conmigo. Veo, como todas las miradas se vuelven hacia Magnus y lo miran con tristeza, lamentándose. ¿Por qué nadie hace nada?, es cierto que hay compasión en sus miradas pero ¿por qué se quedan ahí mirándole lastimeramente en lugar de ayudarlo , ¿por qué nadie se presenta voluntario?. ¿Por qué mis amigos no se ofrecen por él?, no tendrían muchas posibilidades de ganar, pero ciertamente tendrían más que Magnus. Es cierto que Peter tiene a sus dos hermanas, no podría dejarlas; pero...¿qué hay de André?, ¿en qué está pensando?, él no tiene hermanos menores, ni nadie que dependa de él. Trato de localizarlo, trato de que me mire, pero como todos los demás se limita a observar a mi hermano, o quizá solo rehúye mi mirada.Sea como sea no aguanto más, no soporto estar ahí, parada, observando como nadie hace nada por asistir a Magnus.
-¡Cobarde!- grito, no sé si a André o a todos los idiotas que están allí parados, compadeciéndose de mi hermano.
-¡Todos son unos cobardes!- los chicos que me conoce apartan la mirada avergonzados, aquellos que no lo hacen simplemente evitan mirar a Magnus.
-Bueno, mas vale que calmemos los ánimos, después de todo van a unos juegos, no a un funeral- interviene Dimo.
Observo al imprudente hombrecillo hecha una furia, durante un momento considero gritarle que 23 chicos y chicas marchan directo a su funeral, que al pronunciar mi nombre y el de mi hermano nos está metiendo bajo tierra, considero empujarlo por el borde del escenario para que la multitud haga con él lo que quiera, pero antes de que haga todo eso, antes de que descargue toda mi ira y dolor, Magnus, a quien nunca consideré capaz de caminar sereno hacia este escenario, avanza hacia nosotros, tranquilo, sin entender muy bien que acaba de suceder.
Cuando finalmente llega hasta donde nos encontramos Dimo y yo, todo el mundo se ha callado, todos nos observan.
-Eh, de acuerdo-Dimo suelta una risita nerviosa, aún intimidado por la forma en que le observo- Damas y caballeros, ¡les presento a los tributos del Distrito 9!- chilla con entusiasmo.
Quienes se encuentran en la plaza no hacen ningún ruido, ningún gesto, tan solo esperan que nos retiremos.
Después de musitar un último "cobardes" lleno de desprecio, sigo a Magnus y a Dimo hacia  la parte trasera del escenario.
-Mm, así que- titubea Dimo-ustedes son hermanos ¿no?
-Así es, y tú eres el hombre más inteligente del planeta-agrego enfadada.
-Vaya modales-se queja él ofendido
No me interesa mucho lo que piense uno de los mimados ciudadanos del Capitolio, así que después de soltar un bufido, entro a la sala, donde mis seres queridos deberán despedirse.
Escucho como cierran la puerta tras de mi y como los pasos de Magnus lo guían hacia las sala continua. Un poco más tranquila, después de lo intensos que han sido los últimos minutos, me siento en el sofá y espero un buen trato, tras el cual aparecen mis padres.
A mi madre se le nota que ha llorado un buen rato, seguro que ya han visitado a Magnus, mi padre trata de no sollozar, pero yo sé que no le molestaría hacerlo, que solo lo hace para que en la arena, yo lo recuerde como el hombre fuerte y alegre que es, y no como uno de aquellos padres que ya dan a sus hijos por muertos, aunque francamente, yo no lo culparía por pensar así.
-Hija yo...- trata de empezar, pero mi madre lo interrumpe con un fuerte acceso de llanto.
-¿Cómo es posible?, no pueden llevarse a mis dos niños, no me los pueden quitar-solloza
Mi padre intenta calmarla pero soy yo quien se acerca y la abraza
-No te preocupes mamá estaremos bien- le sonrío para darle ánimos-cuidaré a Magnus, lo prometo.
-¿Lo prometes?- pregunta angustiada.
-Claro que sí. Estará con vosotros antes de que os deis cuenta, y estoy segura de que la sopa de tomate le sabrá mejor que nunca.
A mi madre le toma un tiempo asimilar lo que implican mis palabras, que yo no volveré, que daré mi vida para que Magnus gane, que perderá a su niña.
-¡No!, no puedes hacer algo así- hace una pausa ahogada por los sollozos- los dos volverán.
Por un momento no sé cómo reaccionar ante esto, sigo abrazada a mi madre y ella parece no querer soltarme. Y entonces por un breve instante, mi madre saca fuerzas de la flaqueza y me mira llena de cariño.
-Princesa, no importa las dificultades que encuentres en la arena, has lo que creas correcto, habrá un momento en que tendrás que dejar de ser tu misma, pero no importa por lo que pases, vuelve a nosotros y trae a tu hermano contigo, por favor-
-Sabemos que será difícil y que estarás en un mundo distinto, pero tienes que aguantar, sabemos que aguantarás- interviene mi padre-Sabemos que puedes hacerlo, solo te pedimos que nos lleves en tu corazón, a nosotros y a tu distrito.
Los observo con lágrimas en los ojos y los abrazo con fuerza, hasta que el agente entra y nos vemos obligados a separarnos.
-Ten- me dice mi madre antes de despedirse, depositando en mi mano un lo que creo es un collar- para que nos recuerdes.
Después de un último abrazo se van, y yo me quedo sola observando lo que me ha dejado mi madre. En efecto es un collar, un fino cordel negro, con distintos grabados del que pende un afilado colmillo, desconozco de que animal. Me lo cuelgo al cuello enseguida, para aferrarme a lo único que me queda de mi familia.
Apenas me he puesto el collar, mis amigos entran en una tromba: Kendra, Peter, Grek y por supuesto André.
-¿Qué demonios está mal contigo- le grito a este último, a la vez que me abalanzo sobre él, aún sabiendo que mis golpes no le hacen daño.
-Basta- Peter se interpone entre nosotros.
-Vosotros- le grito a André y a Grek-¿por qué no hicisteis nada?
-Vy, lo lamento- se disculpa André- Sencillamente sentí miedo y no supe qué hacer, sé que es muy tarde y dudo que me perdones, pero deseo con toda mi alma que no le pase nada a Magnus
-Vale está bien- musitó
-Vy- aventura Kendra dudosa- te extrañaremos mucho y te deseamos la mejor de las suerte, pero tú sabes que hay tributos con más posibilidades.
-Lo sé-digo tranquila- pero desde que André me dijo hace 7 años que no había modo de que yo ganase he entrenado con los cuchillos de la carnicería y el arco de Peter, soy técnicamente una profesional.
-¿Qué?-Peter parece sorprendido
-Lo lamento Pete, pero nunca lo usaste-
-No es por eso, es que... ¿has entrenado para los juegos des de que tenías 7?
-Así es-
-Pues que bien Vy-comenta Grek-seguro que puedes ganar.
Hablamos un buen rato sobre mis posibilidades, bromeamos, Pete y André se golpean, mientras yo me río y disfruto los últimos minutos con la compañía de mis amigos.
Finalmente, el agente llega y yo me abrazo a mis amigos, incluso con los chicos cuyo contacto físico siempre evite por sentirme incómoda abrazándolos. Ahora todos esos melindres no me importan, solo quiero estar con ellos, discutiendo, bromeando, hablando o abrazándolos. Pero, obviamente eso no es posible, así que me veo obligada a soltarlos y dejarlos ir, mas antes de desaparecer por la puerta veo que Peter busca algo en su bolsillo, apenas encuentra lo que sea que buscase el agente lo empuja bruscamente. Pete se lo entrega a Kendra, quien tiene la oportunidad de dármelo, luego de sonreírme alentadoramente.
Al igual que pasó luego de despedirme de mis padres me quedó sola mirando el objeto que hay en mi mano sin saber qué hacer con él. Es una pequeña espiga dorada, seguro que les ha costado un buen esfuerzo poder pagarla, es muy hermosa, no dudo que sea un recuerdo de mi distrito, el "granero" del Capitolio, pero ¿qué se supone que debo hacer con ella?. Sin saber cuál es su fin me la guardo en el bolsillo de la chaqueta y espero a que vengan a buscarme.
Los agentes no tardan en llegar, y aunque una parte de mí me grita que escape, que agarre a Magnus y me vaya de allí, yo la ignoro y me limito a seguir a los agentes hasta el tren, que a mis ojos no es otra cosa que un coche fúnebre.
Sea como sea no hay nada que hacer, tengo que resistir, tengo que ser fuerte, por mi madre, por mis amigos, por mi distrito y... por Magnus.


sábado, 17 de noviembre de 2012

Capítulo 1, parte 1

La Cosecha

Es un día hermoso, no hay nubes, el sol resplandece y los pájaros tararean su enfermiza melodía, es horrible. Por supuesto no pensaría eso de no ser porque en este día tan soleado, en el que parece que nada puede salir mal, la incertidumbre se abate sobre mi familia, sobre todas las familias en realidad. Para ser sincera, a mi no preocupa el salir elegida, soy ágil y astuta y sé que podría sobrevivir un tiempo, el que me preocupa es Magnus, el regordete e inocente Magnus, al cual nunca le ha faltado nada, pues nuestra familia se esfuerza por vivir comodamente, aunque por supuesto ocnocemos el hambre.
-Bien-dice mi madre, tratando de no echarse a llorar- debeis arreglaros para así llegar pronto.Yo me encargaré de Vyolett, Magnus ve con tu padre.
Tanto Magnus como yo sabemos lo mucho que sufre nuestra madre con cada cosecha, así que contrario a todos mis principios la obedezco sin rechistar y la sigo hasta mi habitación.
-Ponte ese vestido- me ordena señalando mi único vestido, aquel que solamente es útil en los días de cosecha.
Suelto un gruñido de protesta mientras me pongo el ajusado vestido negro. Mi madre sonríe y me recoge el abundante pelo oscuro en una coleta.
-Listo- dice, observándome con orgullo- No ha tomado mucho tiempo ¿verdad?
Yo asiento, sin saber qué decir.
-Vamos hija hay que darnos prisa- me urge, para luego agregar optimista- De cena hay sopa de tomates, así que no comas mucho luego de la Cosecha, deja lugar para la sopa.
Le sonrío para darle ánimos y partimos.

No tardamos mucho en llegar a la plaza, y aunque queda más de una hora el lugar está repleto. Pobre Magnus, está asustado, no sabe lo qué se siente estar ahí, pensando que será de ti, de qué forma morirás, y lo peor... sabiendo que aún te quedan seis años de ese martirio. Me veo obligada a separarme de Magnus pero aún a lo lejos, continúo lanzándole miradas animosas que parecen decir "No te preocupes, es tu primera vez, no hay ningún peligro"; pero sé que si lo hay, sé que es probable que salga, sé que si dejo que se vaya, lo hará para no volver.
Luego de una larga espera aparece el representante del Capitolio, es un hombrecito bajo y redondo como una canica, sonríe alegremente, a la vez que sacude sus plateados rizos de un lado para otro. Mientras habla no le presto mayor atención, ¿qué sentido tiene escuchar?, por el contrario me dedico a pensar, cómo todos los años, mi estrategia en caso de que la necesitase, también me doy el lujo de pensar en dormir esta noche sobre mi suave y mullida cama.
La estridente voz de Dimo, creo que se llama así, me saca de mis pensamientos y me devuelve al mundo real, dónde ahora se dispone a anunciar el desgraciado tributo femenino de este año.
- ¡Primero las chicas!- chilla Dimo con entusiasmo.
A pesar de la actitud valerosa que trato de mantener todos los años, el miedo me puede y deseo que este instante dure para siempre, cosa que por supuesto no pasa.
-Vyolett Ember- resuena la voz de Dimo por la palza, a la vez que mil rostros entre aliviados y compasivos se vuelven hacia mí.
Extrañamente a lo que pensaba que haría en este caso, me muestro serena y resignada mientras avanzo con dignidad hacia el escenario.
-Bien querida- me saluda Dimo- ahora vamos con los chicos.
Su mano hurga en la urna rebuscando, mientras yo trato de identificar Magnus entre la multitud. Dimo finalmente se decide, y en el mismo momento que localizo a Magnus, su voz lee dos palabras.
-Magnus Ember-
Es entonces cuando el mundo se me cae encima.