martes, 18 de diciembre de 2012

Capítulo 5

He aquí el capítulo 5.




-Vy, estamos llegando-
La entusiasta voz de Dimo me saca de mi plácido sueño,para devolverme a la horrible y asquerosa realidad.
-No me llames Vy-le contesto molesta.
-Vyolett querida-me mira por la  puerta entreabierta- Arréglate un poco, ponte bonita, este será el primer vistazo que tendrán los habitantes del Capitolio, de los tributos del Distrito 9, no querrás decepcionarlos.
No, quien querría decepcionarlos, después de todo, si les gusto quizá me mantengan viva un tiempo.

Me doy un baño en una de esas anormales duchas capitolinas y me visto, justo a tiempo para que el tren llegue a la estación. En el comedor se encuentran todos esperándome, Magnus mira por la ventana, con una mezcla de asombro y repulsión en su cara.
-¿Qué miras?-le pregunto intrigada.
-Esta gente- Magnus arruga la nariz como si algo apestase- Son monstruos Vy, míralos. Son la cosa más bizarra que he visto en mi vida.
Ciertamente tiene razón, a través de la ventana, es posible apreciar a una multitud de... ¿personas?, que nos observan asombrados. Son todos muy extraños y extravagantes. Parece que en este lugar no conocen los colores discretos. Realmente parecen monstruos, algunos tienen tatuajes, son verdes, o rayados. Por allí hay uno con alas. Jamás había visto ropajes tan estrambóticos, ojos tan grandes o tantas perforaciones en una sola persona. Esta gente realmente te quita el sueño. Sin poder resistirme le saco la lengua a una fea anciana con ojos rasgados y pestañas emplumadas, no puedo evitar sonreír al ver su cara de sorpresa e indignación, exactamente la misma que pondría Dimo.
-Vy-me regaña Gisselle, con una sonrisa aflorándole a los labios- Esa mujer podría haberte patrocinado.
Diablos, tiene razón. Bueno, un patrocinador más, un patrocinador menos, seguro que puedo sin ellos.
-¿Por qué son así?-Magnus realmente esté sorprendido-¿Quieren asustarnos?
-Quieren verse bonitos-Gisselle no puede contener la risa.
-¡¿Bonitos?!-exclama Magnus aterrado- Pero si son la cosa más fea que he visto en mi vida, míralos. Ni siquiera se puede saber si son humanos.
-Bienvenido al Capitolio-susurra Gisselle divertida.
-Comparado con ello, Dimo es bastante... normal-
-Cualquiera es normal comparado con ellos-vaya, me había olvidado de que Math seguía aquí.

El tren avanza muy lentamente, lo que nos da tiempo de comentar las extrañas vestimentas del Capitolio, y de observar a esta gente, gente que no pasa hambre, que no pasa frío, que no se preocupa de si al día siguiente habrá comida en su mesa, gente a la que no le importan los Juegos; es mas, esta gente disfruta los Juegos. Los odio más con cada segundo que pasa, viven aquí, atrincherados, alejados del mundo, alejados de los problemas, alejados de la realidad.
No soporto verlos más, por lo que me aparto de la ventana y me dedico a examinar la alfombra.
-De acuerdo, Vy, Magnus. Llego el momento, Vy, sé cuánto odias a esta gente y lo comprendo, pero trata de olvidarte de eso.-nos dice Gisselle acelerada.
-No solo en la entrevista pueden mostrar como son. Si bien decidiremos luego cual será su enfoque, Vy podría comenzar mostrándose, no lo sé ¿orgullosa?. Ambos traten de ignorar a la multitud, miren adelante, con la cabeza en alto.-interviene Math.
Me parece bien su propuesta, no pienso prestarles atención a esos idiotas. Me preparo para salir, cuando recuerdo algo. El regalo de mis padres y mis amigos, el símbolo de mi Distrito. Corro a mi habitación, saco toda la ropa de los armarios, busco debajo de la cama y abro los cajones. Ahí están, la espiga dorada y el collar. Me pongo el collar y llevo la espiga en la mano, sin saber muy bien que hacer con ella.
Una vez en el comedor veo que todos me miran extrañados.
-Vy-tantea Gisselle-¿Qué ha sido eso?
-Ah-titubeo-Fui a buscar esto.-digo, enseñándoles el collar y la espiga.-Son recuerdos de mi Distrito, pero no sé qué hacer con la espiga.
-Ven acá-Gisselle me hace un gesto con la mano. Yo me acerco insegura.- Esto jovencita, es un accesorio para el cabello.
Gisselle coge la espiga de mi mano y me la entrelaza en el pelo.
-No te preocupes-mi mentora me sonríe-solo un comerciante sabría qué es.
-¿Eres hija de comerciantes?-Magnus parece extrañado.
-Solía serlo-Gisselle oculta el rostro-Mis padres murieron.
-Ah-ni Matheus, ni Magnus, ni yo atinamos a decir algo mejor.
-Bueno, bueno- ¿cuándo rayos ha llegado Dimo?- ¿Qué están esperando?
Magnus y yo le miramos sin comprender.
-¡Ya es hora de que salgan!-nunca había visto a Dimo tan exasperado.
Nosotros y nuestros mentores nos ponemos en fila, listos para salir. Una vez afuera, el ruido de la multitud me parece ensordecedor, tiendo a taparme los oídos, pero enseguida recuerdo, que debo ser orgullosa, y hacer cómo si nada. Los capitolinos nos observan, curiosos, como si fuésemos un extraño animal. Nos analizan y nos examinan; es realmente difícil ignorar sus miradas taladrándote. Si bien finjo no prestarles atención, trato de aguzar el oído, para escuchar sus cuchicheos. Lo que oigo, me desalienta.
-¿Qué te parece la muchacha?-
-No lo sé, es algo flacucha-
-Sí, pero tiene carácter, ya viste la Cosecha-
-Claro, pero no descartes a los profesionales-
-Es cierto, esperemos a la entrevista, hay que ver sus habilidades-
-¿Qué piensas de su hermano?-
-Tiene 12 años por favor, además es del Distrito 9, no del 4, el 1 o el 2. No durará mucho-
-Es cierto... pero no perdamos de vista a su hermana-
-De acuerdo-
-El baño de sangre será...-
No quiero seguir escuchando. Esto es horrible, nos tratan como si fuésemos mercadería. Me recuerda a las peleas de perros. Apuestan por el más bello, el más fuerte y el mejor alimentado, el que viene de un mejor criadero. Nuestros Distritos son los criaderos, y es evidente que el nuestro no es precisamente el mejor.
Me doy cuenta de que me he quedado parada, procuro seguir caminando, altiva y orgullosa, pero me es casi imposible, ¿qué tan lejos queda esa puerta?. Noto que alguien me empuja para que avance más rápido, Math, qué amable.
Finalmente llegamos, dejamos atrás a la multitud y a la tensión que esta generó. Si una multitud me dejó así, no sé en qué estado quedaré después de las entrevistas.
-Serás muy buena con las armas Vyolett, pero cuando se trata de gente, eres horrible-claro Math.
-Bien, ahora iréis con vuestro equipo de preparación y luego con vuestro estilista. Sé que se os viene todo muy encima, pero ya casi llega el Desfile de tributos y tenéis que hacerlo bien ¿de acuerdo-dice Gisselle.
-Claro- nos despedimos.

Cuando veo a mi equipo de preparación no puedo evitar sorprenderme.
-¿Y ustedes qué son?- apenas he dicho esto, lo lamento.
-Bueno pues, creo que tu equipo de preparación-la que ha hablado es una chica de aspecto risueño.
-Soy Lila-dice la chica.
Y en verdad, la chica... es LILA. Desde el pelo hasta los pies, todo en ella es lila. Sus ojos, sus labios, su lengua, sus dientes, sus uñas...todo, pero absolutamente todo su cuerpo es lila. Es horrible. en lo personal no tengo nada en contra del color lila, pero esto es francamente espeluznante, hasta la parte blanca de sus ojos es lila.
-Hola-digo impresionada.
-Yo-se adelanta el otro miembro de mi equipo de preparación-Soy Leo.
-Hola- en comparación a Lila, él es bastante normal, lo único modificado es su melena, que le rodea la cabeza como a un león; sus ojos, rasgados como los de un felino; y por supuesto la cola. Quitando todo eso, es bastante corriente.
-Y yo- me vuelvo hacia la chica que ahora me habla-Soy Lara.
Vaya, de todos los fenómenos capitolinos que he visto hoy, este es el que más me impresiona. Lara es un árbol, sus tatuajes imitan las texturas y colores de un árbol, pero lo más impresionante de todo es su cabello, son ramas, verdes y marrones, con flores y hojas, se elevan hacia el cielo y se entrelazan entre ellas. Es una obra de arte.
-Bien Vyolett, ¿nos acompañas?-
Como si tuviese otra opción,a pesar de todo, sigo asombrada. El Capitolio es un lugar muy extraño, y su gente, ni hablar. Definitivamente, hoy lo he visto todo. Sin embargo, aún me queda mucho que vivir.





Y bueno, eso ha sido el capítulo 5, de aquí en adelante, las cosas se ponen un poco más interesantes. Ojalá les haya gustado.
*La parte blanca del ojo se llama esclerótica creo. De todos modos no creo que Vyolett lo supiera.







domingo, 16 de diciembre de 2012

Capítulo 4

Capítulo 4

Lamento mucho el retraso, pero aquí está el  capítulo de la semana.


Me visto con la ropa que solía ocupar en el Distrito, en el armario solo hay vestidos, lindos, pero no aptos para un tributo. Durante el breve tiempo que me queda de vida deberé ocupar ropa más bien funcional, los vestidos y las otras prendas inútiles pueden esperar al desfile y la entrevista.
En el comedor nos esperan Matheus y Gisselle, pronto llegaremos al Capitolio, así que no creo que nos puedan dar muchos consejos.
-Ah, habéis llegado-dice Matheus sin mucho entusiasmo.
- ¿Y ahora qué?-pregunta Magnus desorientado.
-Bueno-Gisselle nos sonríe-¿qué tal si nos contáis qué saben hacer, que sea útil en los Juegos por supuesto, y cuál es su estrategia?, qué harán y qué no harán, ¿les parece?-
-De acuerdo-contestamos Magnus y yo al unísono.
-Bien, ¿Vyolett?, ¿empiezas?-pregunta Math.
-Claro.- hora de deslumbrarlos- Sé hacer varias cosas, en parte porque he entrenado para los Juegos desde que tenía 7 años. Al principio no era buena en nada, pero con el tiempo aprendí y ahora sé usar arco, hachas, espadas, cuchillos. No soy muy buena con el arco, pero en 7 años he aprendido a manejar bien las armas. Soy mala en el combate cuerpo a cuerpo, mientras tenga un arma podré defenderme, pero sin ellas, si me enfrentó cara  a cara con un tributo estoy muerta.
-De acuerdo- es evidente que Gisselle se esfuerza por no parecer sorprendida, quizá no lo esté, ha visto muchas cosas como para estarlo. Math, bueno Math parece no tener emociones; Magnus, Magnus se ha quedado con la boca abierta.-¿Hay  algún arma en la que te especialices?- me había olvidado de Gisselle.
-Emm-dudo un momento-Sí, hay unas cuchillas, durante un tiempo fue lo único que tuve para entrenar, no tenían filo, el carnicero las había tirado a la basura, pero ya saben me acostumbré a ellas y es el arma que mejor manejo.
-No las uses durante los entrenamientos- musita Math.
-De acuerdo...-
-Úsalas solo un poco-Math mira a Gisselle con cara de pocos amigos-Si eres tan buena como dices, podrás formar buenas alianzas.-se explica Gisselle.
-De todos modos prioriza el resto de las armas- interviene Math.
-Bien-Gisselle sigue tan sonriente como siempre-dejemos que hable el pequeñín, ya hablaremos luego de su estrategia.
-Yo, yo-Magnus traga saliva- pues la verdad yo no sé hacer nada, es decir no sé manjar ningún arma, jamás he entrenado, no sé como haré para sobrevivir, creo que ya podéis darme por muerto, concentraos en buscar patrocinadores para mi hermana, al menos ella tiene una oportunidad.
Salto de mi asiento como un resorte, no puede ser que Magnus piense así, no puedo permitirle que piense así.
-¡¿Qué tú no tienes oportunidad?!- necesito calmarme-tienes las mismas oportunidades que el resto  de tributos, tú...-
-Basta- me corta Gisselle.
Magnus se pone de pie y va hacia su habitación.
-Yo me encargaré- Gisselle va tras Magnus.
Son unos minutos muy tensos para mí y Matheus, al parecer, ninguno de los dos es muy comunicativo, por lo que lo único que hacemos es mirarnos el uno al otro. Y así nos quedamos mientras esperamos a Magnus y a Gisselle. En este breve momento de silencio me dedico a pensar en lo que ha dicho Gisselle, tiene razón, si muestro mis habilidades, podría formar una alianza conveniente, siempre y cuando esta beneficiase a Magnus.

Luego de un rato, Gisselle vuelve, con un Magnus un poco más calmado.
-Bien-Gisselle nos mira a ambos- Vyolett, he de suponer que como hermana de Magnus querrás hacer todo lo posible por ayudarlo, y de eso te encargarás en los entrenamientos, de supervisarlo y asistirlo en todo lo que sea manejo de armas, sobre supervivencia y otras cosas los instruiremos nosotros, ¿está claro?- vaya, aún siendo nuestra mentora, nunca creí que Gisselle nos diera una orden.
-Sí-asiente Magnus- por supuesto que... ¡Oh!, mirad- Magnus desvía su atención hacia la ventana, la cual nos muestra un paisaje capaz de asombrar a cualquiera.
Si bien aún no hemos llegado al Capitolio, ya es visible desde nos encontramos.
Magnus parece olvidarse de la razón por la cual está viendo esto, pues es  incapaz de contener su asombro.
-Vyolett, mira esas torres, todos esos colores- comenta emocionado.
Es cierto, la ciudad es deslumbrante, esta llena de brillos, reflejos. Las construcciones son impresionantes, es un lugar que desborda prosperidad. Los edificios son de cristal, que refleja la luz del Sol, haciéndolos ver como si el Sol habitara en ellos. Hay rascacielos de vivos colores,verdes y rosas, con ventanas fosforescentes. Hay cúpulas multicolores y parques con verdes árboles frutales.
He de admitir, que por mucho que odie este lugar, sigue pareciéndome como sacado de un sueño. Tanto a mí, como a Gisselle y a Math, se nos escapa una sonrisa, al ver la infantil alegría de Magnus por conocer un lugar bello.
-Espera a verlo por la noche- se le escapa a Math.
-Es aún más sorprendente-dice Gisselle, con una sonrisa de oreja a oreja.
No puedo negar, que de estar en otra situación, me uniría al entusiasmo de Magnus, pero las circunstancias actuales, me han obligado a verlo todo desde otro punto de vista.
Sin embrago, la alegría de Magnus es tan conmovedora, que ninguno de nosotros se atreve a recordarle porqué estamos aquí, nadie le recuerda, que probablemente es la última vez que sentirá esa felicidad, nadie le menciona, que lo más probable es que la próxima vez que contemple el Capitolio desde un tren, lo hará desde un cajón.


Y bueno, ese ha sido el capítulo 4, una vez más, os pido que dejéis comentarios, ya que así sabré lo que pensáis al respecto de la historia y me motivaré a seguir escribiendo. Por cierto, participad de las encuestas.




viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 3

Hola a todos, les presento el capítulo 3, ojalá les guste. Ah y una petición, por favor publiquen comentarios, me ayudaría a saber su opinión, qué cosas debo mejorar, qué les gusta, etc; además me motivaría a seguir escribiendo. Gracias.



Lentamente, abro los ojos. Me han traído a mi habitación en el tren, es grande, y la decoración es preciosa, por no mencionar que esta es la cama más cómoda en la que he descansado. Sin embargo, todo este esplendor solo me hace añorar aún más mi habitación y mi propia cama.
Con lentitud, me levanto de la cama, por cómo me siento es evidente que no caí bien al desmayarme. Desmayarme...no recuerdo haber perdido el conocimiento, a decir verdad, no recuerdo nada de lo que pasó después de ver la Cosecha del Distrito 4. Trato de dar unos pasos confundida, pero enseguida me precipitó al suelo. como era de esperarse, el ruido hace que todos cuantos viajaban en el tren vayan a verme. El primero en llegar es Dimo.
-Oh, Vyolett querida- dice, con fingida lástima- ¿cómo te encuentras?
-Bien-trato de ponerme en pie- tan solo no recuerdo que ha pasado.
-Luego de ver nuestra Cosecha- dice Magnus, observándome extrañado- te pusiste... rara, solo mirabas al frente, pero no parecías ver ni escuchar nada.
-Luego- interviene Dimo, ansioso por participar en la conversación- comenzaste a tambalearte, dijiste "solo uno", y te desplomaste sobre el piso, el piso que por cierto manchaste con tu bebida- claro, a eso quería llegar Dimo, a su preciosísima alfombra.
-Te la pagaré si gano los Juegos-
-Pero tú...- Dimo se calla, pues acaba de dejar en evidencia, que no nos tiene mucha fe.
-Vamos Vy-Magnus me ayuda a caminar unos pasos- hay que hablar con nuestro mentor.
Ah claro, nuestro mentor; aquel que nos dará consejos para sobrevivir y nos conseguirá patrocinadores. Considerando el periodo de tiempo que se tarda nuestro Distrito en conseguir un ganador, no me extrañaría encontrarme a un ancianito al que solo le queda ver morir al futuro de nuestro Distrito. Sigo a Dimo y a Magnus hasta el comedor, donde me encuentro todo lo contrario a lo que esperaba.
-Bueno, bueno, así que ustedes son los chicos Ember- nos recibe una voz.
En el comedor nos esperan no uno, sino dos mentores. Un chico y una chica, vaya parece que subestimé a nuestro Distrito. El hombre se presenta como Matheus, pero lo podemos llamar Math; tendrá unos 22 años, es alto, de tez clara y cabello oscuro. La chica es Gisselle me sorprende lo joven que parece, tendrá unos 16, 18 años como mucho. También es alta y espigada, con el cabello anaranjado, la nariz respingada y una sonrisa en la cara. A pesar de su juventud, ambos se ven cansados, abatidos, es evidente que los Juegos dejan su huella. Al darse cuenta de lo sorprendida que me encuentro, ambos se vuelven hacia mí, divertidos con mi reacción.
-¿Qué, no somos lo que te esperabas?- comenta Gisselle.
-No, es decir sí... bueno, no-
-¿Y se puede saber qué esperabas?- pregunta Math.
-No lo sé, ustedes dos son muy jóvenes. Yo me esperaba a alguien de 30 años, no creí que nuestro Distrito hubiese ganado hace tan poco tiempo?
-¿No ves los Juegos?- Math parece extrañado.
-Claro que los ve- vaya, es Magnus- lo que ocurre es que en lugar de mirar la pantalla, lee o se queda ahí, sentada sin ver ni escuchar.
-Bueno, no te culpo- Gisselle nos dedica una sonrisa radiante- ¿Qué les parece si desayunamos y nos conocemos un poco?.
Me sorprende lo agradable que es Gisselle, me recuerda a una maestra que tuve de pequeña, abnegada, siempre tratando de que los demás no sufran. Me pregunto cómo alguien así fue capaz de ganar los Juegos.
Una vez en la mesa, Magnus y yo nos abocamos a comer todo lo que nos sea posible. En lo personal, no tengo hambre, pero sé que, una vez en la Arena, unas calorías de sobra no vienen nada de mal. Al recordar que no estamos solos, yo y mi hermano miramos a nuestros mentores. A ellos no parece molestarles, sin embargo, desde pequeños nos han recalcado la importancia de no ser descorteses, por lo que Magnus y yo nos refrenamos un poco, para poder hablar con nuestros mentores.
-De acuerdo- a Gisselle parece que le hace gracia nuestro apetito voraz- ¿qué nos podeis contar de vosotros?
-No mucho- digo observando a Gisselle- tan solo esperamos sobrevivir.
-¿Qué hay de ustedes?- me sorprende oír a Magnus, creí que estaría comiendo- ¿cómo ganaron sus Juegos?, nos ayudaría tener esa información.
Vaya, no lo había pensado.
-Bueno- comienza Gisselle- yo fui a los Juegos hace 3 años, tenía tu edad Vyolett. Ganar no fue fácil, era débil y pequeña. Pasé gran parte de los Juegos escondida, claro los Vigilantes me forzaron a salir un par de veces, pero yo me escondía de nuevo. Cuando quedaron pocos tributos, salí de mi escondite, encendí una fogata, me trepé a un árbol y me cubrí con hojas. Solo había matado a un tributo, el chico estaba herido y fue fácil, sus provisiones me ayudaron, pero por sobre todo una cuerda con un gancho. Por la noches, subía las cosas de los profesionales que acampaban abajo buscando a quien había hecho la fogata. Dejaba rastros falsos y los distraía arrojando rocas. Una noche tiré mi última piedra con todas mis fuerzas, el vigía fue tras ella, yo bajé y les corté el cuello a los profesionales con un cuchillo. Con el vigía solo tuve que esperar a que estuviese débil.
Magnus y yo nos quedamos atónitos, ¿cómo es posible que una chica tan dulce, haya sido capaz de todo eso?
-Yo fui a los Juegos con 18- dice Math, me había olvidado de él- En mi caso fue más sencillo. No había armas, la única opción era matarnos cuerpo a cuerpo o fabricar nuestras propias armas. Lo tuve bastante fácil. Fabriqué un cuchillo y una lanza. Los profesionales mataron rápido al resto de los tributos, eran los mejores peleando cuerpo a cuerpo, y no creían que ningún tributo fuese capaz de fabricar armas. Yo maté a unos cuantos. Cuando me enfrenté a los profesionales... les arrojé la lanza, maté al chico del 1, el chico del 2 se me abalanzó, y se puso a golpearme, seguramente creyó que yo no tenía otra arma, se acercó lo suficiente como para clavarle el cuchillo. La chica del 1 tenía la lanza, me la arrojó, pero yo me tiré al suelo, ella vino hacia mí, le arrojé el cuchillo y dio en el blanco, la verdad creí que sería más complicado, pero los profesionales de ese año eran muy confiados y no tan temibles adversarios, este año... yo diría que es otro cantar.
Yo y mi hermano seguimos con la boca abierta, supongo que vimos ambos Juegos, pero como nunca les presto atención. Vaya, vaya, qué puedo decir, parece que nuestros tributos no son tan incapaces como cree todo el mundo.
-Bueno dicho esto, que espero les haya servido- dice Math- solo falta que nos digais si quereis entrenar juntos y separados.
-¡Juntos!- me adelanto antes de que Magnus tenga siquiera tiempo para pensarlo.
-Bueno, entonces id a vuestras habitaciones, vestiros y venid aquí, teneis mucho que aprender-
Magnus y yo nos paramos de la mesa y vamos derecho a nuestras habitaciones. Con estos dos mentores, nuestras posibilidades se ven aumentadas; no, no nuestras, las de Magnus. Los relatos de estos dos mentores me han dado esperanzas, ninguno de ellos había entrenado, ninguno se había preparado, no eran especialmente fuertes ni ágiles, parece que la astucia y el ingenio, valen más de lo que se piensa, al menos en los Juegos del Hambre.
Me pregunto, si ganar los Juegos te deja así, en parte eres la persona que todos recuerdan, pero al abrir la boca para contar cómo hiciste para sobrevivir, todos te ven como a un monstruo, y ni tú misma puedes creer que lo que dices es verdad. De todos modos, no me importa, lo único importante es que Magnus vuelva sano y salvo, y por primera vez, sonrío, pensando que es más que un sueño, que quizás si lo logré.
entro a mi habitación y voy directa al armario. Tenemos un largo día por delante.



Y bueno, ese ha sido el capítulo de hoy, por favor comentad, así sabré que os parece. Espero que os haya gustado. Gracias por leerme.







miércoles, 5 de diciembre de 2012

Capítulo 2

Y bueno, aquí os dejo con el segundo capítulo, espero que os guste.


Lentamente, como en un sueño, entro al tren que se encargara de llevarme hacia mi perdición. Por dentro el tren es muy lujoso y elegante, he de admitir que es la carroza fúnebre más cómoda que alguna vez he visto. Observo a mi hermano, el cual se pasea fascinado por tanto esplendor. A mí, tanto lujo me asquea, al pensar en toda la gente que en estos mismos momentos muere de hambre. Al parecer Magnus tiene el mismo pensamiento, pues con rapidez se vuelve hacia la ventana, y se dedica a despedirse de quienes se encuentran en la estación. No hay muchos a loa que les interese vernos partir, los comprendo, yo nunca despedí a los tributos en años anteriores. Allí afuera solo se encuentran nuestros amigos y familiares, nadie más. En los pocos minutos que quedan antes de que parta el tren, me despido de todos los que significan algo para mí.
De pronto, el tren comienza a moverse, le doy un último adiós a mi Distrito y caigo en un sillón, abatida por todo lo que se me viene encima.
-Bueno, bueno- dice Dimo animosamente, vaya ni lo he sentido llegar- qué les parece si vamos a ver las demás cosechas mm.
Por alguna razón incomprensible, Dimo parece extremadamente animoso.
-Vamos, es importante que conozcan desde ya a los otros tributos-
Magnus y yo lo seguimos, resignados, pues si en algo tiene razón este hombre, es en que debemos conocer bien a los otros tributos.
Dimo nos guía hasta una sala cuyo único mobiliario son un gran sofá y un televisor que cubre una pared entera. Al ver que Magnus y yo nos hemos quedado embobados con la enorme pantalla, Dimo nos alienta a que nos acodemos.
-Vamos, siéntense, ya vamos a empezar.
Aún sorprendida por la enorme pantalla, tomo asiento en el sillón y miro al frente. En seguida, la pantalla se enciende y da inicio a la repetición de las Cosechas a lo largo de Panem.
En el Distrito 1, ha salido una chica pequeña y escuálida, pero en seguida ha sido reemplazada por una muchacha que al parecer tiene 16 años, Lyra Clearwater. A ojos de los espectadores ha de parecer un ángel, con su cabello rojizo con brillos dorados, que cae en suaves ondas por su espalda; con sus labios rojos, y sus ojos, sus redondos ojos color miel. No es deslumbrantemente bella, pero seguro que ya hay varios pensando en patrocinarla; personalmente, no me da confianza; nota menta: cuidado con Lyra.
El chico del 1, un tal Dante Sloan, es la viva imagen de un profesional, es alto y fuerte, por como mira a las cámaras, es evidente que no tiene dudas acerca de quien ganara.
En el Distrito 2, es más o menos lo mismo, dos voluntarios: Manora Stone y Laurent Moré.  Al igual que en el caso anterior, ambos se ven peligrosos, tienen aquel brillo asesino en su mirada, aquel brillo de locura que te impulsa a correr apenas lo ves en los ojos de alguien. La Cosecha del 3 no muestra nada especial; pero en la del 4, las cosas cambian un poco; la chica, es voluntaria, no capto bien su nombre, pero hay algo en ella que me extraña: actúa alegre, entusiasmada, como si fuera a unos... juegos, bueno después de todo a eso vamos. Lo realmente extraño en esta Cosecha, es que al salir como tributo masculino un tembloroso chico de 12 años, que al parecer se llama Lucas Smith, este es reemplazado, pero por otro chico de 12 años, un tal Bartholomew Hearst, también muy entusiasta, pero con un brillo maligno en sus ojos.
Al parecer, no lo tendremos fácil con los profesionales de este año. Una vez han pasado las Cosechas de los Distritos 1, 2 y 4, no le presto mayor atención al resto de los Tributos, ya tendré tiempo de conocerlos luego. Pasa un rato, y llega el momento de ver a nuestro Distrito, nuestra Cosecha, y de oír los comentarios que Caesar y Claudius hacen al respecto.
-Bueno Caesar, que te parece si vamos con la Cosecha del Distrito 9, me han dicho por ahí, que podría pasar algo interesante con estos dos tributos-comenta Claudius.
-Por supuesto Claudius, nada más observa esta Cosecha-
Y entonces empieza a correr la cinta, todo ocurre de nuevo, el mismo miedo, la misma incertidumbre. Nuevamente Dimo dice mi nombre, nuevamente todos los rostros se vuelven hacia mí, me veo de nuevo avanzando hacia el escenario, veo a Dimo buscando en la urna de los chicos, veo como escoge un papel, como sus labios lo leen, formando dos palabras, que aún no acabo de cree que han sido dichas.
-"Magnus Ember"-
Y ahí está de nuevo, el torbellino de emociones, mi furia, mi indignación, mi dolor, todo se repite una y otra vez.
-Vaya, Claudius, quien lo hubiera dicho-
-Así es Caesar, hermanos-
-Y esa jovencita parece que tiene cáracter, tendremos que fijarnos en ella en la arena-
-Y en su hermano Caesar, porque no hay que olvidar que solo uno, puede regresar-
Esas últimas palabras, son todo lo que escucho, se repiten una y otra vez en mi cabeza.
-"Solo uno, solo uno puede regresar"-
Apenas me fijo en las Cosechas que quedan, sigo sumida en lo que ha dicho Claudius.
-"Solo uno"-
No es posible, los dos volveremos, tenemos que volver, podremos lograrlo, ya cambiaron una vez las reglas, podrían hacerlo de nuevo, yo y Magnus podríamos volver, los dos juntos.
-"Solo uno"-
No seas tonta, solo quieren espectáculo, que mejor que dos hermanos, jamás los dejarán volver juntos, jamás, y si lo hacen, luego volverá a cambiar las reglas, los obligarán a matarse el uno al otro, qué mejor espectáculo que ese.
-"Solo uno puede regresar"-
Las palabras de Claudius aún retumban en mi cabeza, una y otra vez.
-"Solo uno"-
Las palabras caen sobre mí como una lápida, segundos antes de que todo se vuelva oscuro.






* Un consejo, hazle caso al ángel.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Prólogo, parte 1

Hola a todos, he aquí el capítulo especial que prometí en la entrada anterior, es un pequeño prólogo. Lamento que los capítulos estén algo desordenados, pero no se me había ocurrido la idea de un prólogo. Y ahora sin más preámbulos, el.... Prólogo (parte 1).


-Yo, huiría lo más rápido que pudiese. ¿Y tú?-
-Cogería aquello que estuviese cerca y luego me iría corriendo-
-Yo..., yo haría lo mismo que Kendra-
-Yo trataría de coger lo que pudiese antes de que los profesionales tomen las armas-
-Yo me metería en el baño de sangre y mataría a quien se me cruzase en el camino- apenas acabo de decir esto cuando veo que todos en la sala, incluida la maestra, se vuelven para mirarme sorprendidos.
-Vy-me regaña la maestra- ¿cómo puedes decir algo así?
-Pues la verdad señorita Tatcher, lo puedo decir sin mucho esfuerzo-respondo desafiante
-Demonio de niña-se queja la llorica que nos ha tocado de maestra.
No es necesario mucho tiempo para que el resto de los niños pierda interés por el suceso y se dedique a otra cosa más interesante.
-Así que Vy-dice Peter retomando el tema- ¿que harías luego?
-Pues la verdad, mi estrategia no varía, seguiría dedicándome a matar a cualquier tributo que se me cruze-contesto- así seguro que gano.
-¿Tú?, ¿ganar?-es evidente que André no está muy convencido
-Eso he dicho-
-Ja, no hay más que verte, no tienes ni la fuerza, ni la destreza. Vale, eres inteligente y no te falta astucia, pero necesitas mucho más para ganar los Juegos. Además, no sabes ocupar armas, no sabes luchar y te falta encanto. No, definitivamente no pasarías del baño de sangre- concluye André.
-¿Tú sí?-
Al ver que André se ha quedado sin palabras me siento un poco mejor, pero no mucho, pues el discurso de mi amigo me ha herido en mi orgullo, que no es poco. Entonces interviene Kendra.
-Yo no mataría a nadie, me ocultaría y esperaría a que todo terminase-
-Ja, eso es porque no tienes el valor para luchar por tu vida- me burló.
-Claro que sí, es que no me parece bien matar a otros-
-¿Tú crees que a mi sí?-por cómo me miran, es evidente qué piensan mis amigos-Pues no, pero no pienso resignarme a morir, es eso o luchar.
-P...p...pe...pero-tartamudea Kendra.
-Pero nada princesita, no todo es color de rosa, probablemente acabarías muerta por un profesional-
-Igual que tú-me encara André.
Apenas ha dicho esto cuando yo me voy de la sala, furiosa con él, conmigo por gritarle a Kendra, y con el mundo en general.